Y qué pasa si descubro que antes de empezar ya me había
rendido.
Caminando por las calles solitarias y oscuras de una ciudad
que ya no es la mía, me dedico a buscar sombras, charcos que reflejen algo que
me llame la atención. Pero el efecto de un espejo ya no parece funcionar cuando
se trata de mí al otro lado...
Miro en la profundidad de mis ojos, y no veo nada, están vacíos.
Todo este tiempo intentando legar a una meta que va alejándose
de mi cada vez más, que huye desesperadamente porque seguramente no sea la que
tenga que alcanzar. Qué lastima.
He dedicado los últimos treinta años de mi vida a buscar un
alma perdida que me llamaba desde el otro lado, y hoy me doy cuenta de que era
yo misma, llorando, perdida en otra dimensión de la que intentaba huir. ¿Dónde
estaba? ¿Por qué nadie intentó salvarme?
Está empezando a llover en esta dimensión en la que mi
cuerpo se encuentra. Como en cada sueño, mi paraguas, con el que he cargado
durante toda mi vida, ha desaparecido, y lo único que puedo hacer es mojarme.
Es la peor tormenta en años, y no puedo hacer nada para protegerme de ella.
Estoy tan perdida….
Vago por un mundo sin fronteras, como barrera temporal la
eternidad… Nadie a mi alrededor. Aun miro a la derecha y a la izquierda antes
de cruzar carreteras en las que nadie ha circulado desde hace siglos.
Mi carrera nunca acabará, sigo y sigo andando hacia un lugar
que no existe, buscando la compañía de personas que ya no están aquí.
Se marcharon cuando la gran catástrofe ocurrió, supongo,
cuando perdí mi alma.
Ahora parece que ya nada me importa, solo quiero que alguien
me libere de esta carga que sujeto en mis hombros. Esta mochila empezó a pesar demasiado
años atrás….
La lluvia es cada vez más fuerte, y a penas puedo caminar.
Pero, ¿cuánto tiempo llevo andando?
Mis pies están en carne viva, pero ya ni siquiera duelen. Ya
no siento nada…
Supongo que todo cambió cuando ella se marchó de mi lado. Me
prometió una eternidad juntas, siempre cuidar de mí, y en algún punto del
camino, olvidó su compromiso.
Cuando miro atrás y veo su cara angelical, me pregunto si
podría haber hecho algo para salvarla. Supongo que la decisión estaba tomada, y
cualquier cosa que hubiese dicho, no habría importado.
Miro al reloj, y no se para qué. Lleva parado a esa hora
desde que se marchó. Presa en este mundo infernal, en esta cárcel en el que
cada día es tan solo un recordatorio de que ella ya no está.
Miro atrás, me pareció oír algo. Supongo que son solo mis
pasos. ¿A dónde voy? No lo se. Perdí mi rumbo…
Un árbol se troncha en dos tras ser golpeado por un rayo.
Yo soy la siguiente, lo se.
Abro los brazos mientras me mantengo de pie en medio de la
carretera, esperando a que ocurra.
Pero luego me doy cuenta. ¿Esperando a que ocurra el qué?
Llevo una eternidad esperando a que la muerte me lleve de este mundo, pero de
hecho ni siquiera le he dado una oportunidad. Supongo que para mi perdió su
sentido cuando ella se marchó.
Aunque, pensando, hurgando en esos últimos recuerdos que metí
en un baúl y tiré al mar cuando se marchó, su último deseo fue que luchase. Que
hiciese que su marcha tuviese sentido.
Y aun así, aquí estoy, encarcelada en estas cuatro paredes
infinitas que siguen moviéndose en dirección contraria a mí, llegando a ningún
sitio, yendo a ningún lugar, encontrando a nadie más.
Abro los ojos y despierto en una habitación repleta de
gente. Tengo diez años y ella me dice “Prefiero estar rodeada de toda esta
gente que me trata mal, a estar completamente sola.”
Quizá eso es. Quizá ese es el problema. Tan solo busco la
compañía de una gente que me va a hacer daño, que me va a herir.
Quizás es el momento de darme cuenta de que sea lo que sea
lo que ocurra, nada va a cambiar el hecho de que estoy aquí, en este mundo, y
estoy sola.
De repente, el deseo de vivir por ella, de demostrarme a mi
misma que ella no tenía razón, de demostrárselo a ella si un día la vuelvo a
ver en mis sueños, cala.
Corro. Corro y no dejo de correr. En todas direcciones, pero
no parezco avanzar. Se que el rayo que va a acabar con mi vida está a punto de
caer, y aunque he decidido luchar, parece que el destino tiene otra idea para
mi.
Tres segundos, cuatro, y finalmente el peso de mis
decisiones, ahora se, erróneas, cae sobre mi. La luz y un calor que no había
sentido desde que el mundo que conocía desapareció, me envuelven.
Entonces, de entre las sombras de una luz abrumadora, en la lejanía,
alguien camina hacia mí. Los miro, incrédula, mientras me froto los ojos.
Allí están. Son todas las personas que me importaban y que
en algún momento de mi vida desaparecieron. Que partieron mi alma en añicos,
que destruyeron la persona que fui. Los que no se marcharon, pero cambiaron.
Los que se volvieron monstruos, los que me decepcionaron.
- ¿Qué estáis haciendo aquí?
- Hemos venido a despedirnos. Hoy eres libre. Hoy eres tu
otra vez, sin nosotros, sin el peso en los hombros. Hoy pasas página, hoy nos
perdonas y no te preguntas nunca más qué habría pasado si….
No pasó, Jade, no pasó y nunca pasará, porque el momento ya
no es entonces. No podrías haber hecho nada para salvarnos, ni para salvarte a
ti. Ahora abre los ojos, es hora de volver…