- Vaya, ¿qué haces aquí?
- Tu me has llamado...
- Éso no es del todo cierto. Me pediste que desapareciera, y no he vuelto a tratar de comunicarme contigo. Así que dime, ¿Qué haces aquí?
- Está lloviendo... ¿Sabes? Aquel día también lo hacía. Había una terrible tormenta, ¿lo recuerdas?. Es la última tormenta que recuerdo aqui. Ni siquiera he traído mi paraguas. No sabía que llovería hoy.
- Esto es absurdo. ¿Me has hecho venir para hablar del tiempo?
- Ya sabes porqué te he hecho venir. Tengo miedo.
- ¿Miedo de qué?
- De recordar algo más sobre esa noche. De recordarlo todo. De recordar lo previo. Lo que hice. La razón por la que te dejé marchar.
- Eso ya lo recuerdas. Por eso te sientes tan culpable. Por eso vuelves a buscarme. Por eso nunca has podido perdonarte. Porque tu sola demostraste que, llegado un punto, no se puede volver atrás. Que el tiempo desperdiciado, nunca volverá.
- Ahora lo se, y se que nunca dejaste de llamarme, pese a que te volviera la espalda.
- Sabía qué te prometías. Ojalá hubiera podido hacerte entrar en razón antes de que...
- No. La culpa fue mía. Tenía que haber escuchado. Que haber visto. Y que haber intentado pelear contra ese sentimiento. Fui una cobarde, y nadie cambiará éso.
- Quizá nadie pueda cambiarlo, pero tu puedes aprender. No puedes recuperar las horas que perdiste a mi lado, pero quizá no solo dependía de ti. ¿De dónde salió esa idea? ¿Recuerdas lo que te dije aquel día? Tenía tanto miedo de moverme, que jamás lo hice.
- Creí que luchaba contra mi miedo, pero solo lo alimentaba. Solo cuando me di cuenta de que se terminaba, fui capaz de decirte todo aquello que llevaba veinte años sintiendo. Y ni siquiera pude mirarte a los ojos.
- Por muchos años que pasen, jamás podrás dejar de reprocharte éso. Pero, ¿sabes qué? Como tantas otras cosas. ¿Recuerdas cuando te pedí que sujetaras mi mano? Tenía miedo. ¡Estaba aterrorizada! Nunca dejarás de tener miedo. Pero tienes que afrontarlo, o pedirle a alguien que sujete tu mano.
Nada puede cambiar lo que hiciste. Pero puedes cambiar tu. No permitas que el miedo te haga quedarte quieta. Te sujete y espose al suelo. Que te haga perder algo o a alguien. Entonces, si eso pasa, todos estos años no habrán servido para nadie.
Era tu lección. La pregunta es ¿la has aprendido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario