miércoles, 22 de mayo de 2013

Aquel día

- Tiene que ser duro tener que marcharse otra vez, abandonarlo todo sin mirar atrás.
- No lo se. Quizá...
- ¿No lo sabes? ¿Acaso no es lo que pretendes?
- Ojalá pudiera, pero de nuevo estoy huyendo...
- ¿Huyendo de qué?
- De todos y de todo. Realmente no puedo más...
- No puedes ir en serio... Te he oído tantas veces esa misma cantinela...Y siempre has salido adelante.
- Pero, ¿acaso no era cierta? Vamos, tu sabes que nunca he sido fuerte. La primera vez que tuve que enfrentarme a algo real, no fui capaz de hacerlo...
- ¿Te refieres a cuando le plantaste cara? ¿A cuando fuiste capaz de sostener su mano contra la pared y decirle que si volvía a tocarte, ibas a matarle? Yo creo que eso es enfrentarte a las situaciones
- Sí lo hice, ¿pero qué hice después? Me marché de alli.
- Por favor... ¿Te estás oyendo? ¿Qué ibas a hacer sino? Recuerdo vívidamente cuando sonó mi teléfono a las cuatro de la mañana... "Ha vuelto. Está borracho otra vez. Está aporreando mi puerta. Tengo miedo. Estoy agarrando mi cuchillo, el grande".
- Había olvidado esa parte... Estaba aterrorizada...
- ¿Pero cómo no estarlo? Aquella noche, dormí en el coche, bajo tu casa, preparado para entrar. ¿Te acuerdas de éso? Estaba alli. Y, ¿te acuerdas de lo que te dije sobre el cuchillo?
- Algo como que no era el cuchillo el que me daba el poder de superar la situación, sino que tan solo era un instrumento que me hacía sentir más fuerte.
- Así es. No todo el mundo puede asir un cuchillo semejante; no al menos si no está dispuesto a usarlo de ser necesario.Y tu lo hiciste.
- Jamás podría haberle hecho daño con ello. Antes me lo habría clavado yo.
- Creo que, de ser así, no lo habrías cogido. No lo necesitabas. Tenías contigo todo el valor que te hacía falta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario