
Sentado en el mismo rincón de siempre, en mi habitación, miro alrededor.
¿Cuántas veces habré mirado ya estas paredes? Están llenas de recuerdos de otro tiempo.
Pero hoy lo siento más cierto que nunca. El hecho de que ya nada me importa. La vida que un día tuve, me dio la espalda. Y hace meses que no salgo de un agujero en el que yo mismo me sumí queriendo huir.
Esa fue la peor decisión. Cada una de las veces que he huido, la vida me ha explicado que fue un error. Mirándome al espejo, hoy digo que quizá haya sido el último.
Contemplo el techo. Aun está manchado. Esa mancha no ha cambiado, sigue alli desde que la hice. Y ninguna otra cosa se ha movido, salvo yo.
Pero, ¿ahora? Ahora siento que todo lo que un día moví, ha vuelto a su sitio. Que todo lo que anduve, se ha desandado. Que, no solo estoy en el punto de inicio y no he avanzado, sino que, si acaso, he retrocedido.
Mi vida ya no está aquí, porque nunca lo estuvo. Mis amigos. Mi familia. Mi amor. Ya no están aquí. Todo está disgregado de una forma dolorosa y sin sentido, que no me permite disfrutar ni una sola partícula de todo ello. Y aquí estoy, solo en mi cuarto. Sentado en una esquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario