martes, 11 de junio de 2013

Empezaba el camino.

Comienza la música, y ella y yo salimos de aquel salón, ante la atenta mirada de cada uno de los invitados al baile.
Nadie nos esperaba dentro, ni tampoco fuera.

Miré el reloj que dejaba tras de mi. Tantos años midiendo una hora que jamás existió.
Miré atrás antes de abandonar aquel gran palacio que había sido mi vida. Por un momento me sentí terriblemente inseguro, y no sabía que sería de mi después de ese día. Pero por primera vez, quería averiguarlo, y no tenía miedo de hacerlo.
La miré a los ojos, y sentí en ellos el mismo terror que debió haber en los míos.

El miedo no nos paralizó esta vez. Desde un rincón de la balconada, él, que siempre estuvo guiando mis pasos, me guiñó el ojo, y señaló su corazón.

Había llegado el momento de la despedida, y esta vez no había vuelta atrás. Esta vez no había forma de negar que éramos capaces de dar el paso más importante de nuestra vida. De saltar al vacío con un paracaídas que tal vez no funcionase.

Una última mirada, delató una lágrima recorriendo su mejilla. La recogí con mi dedo índice, y en aquel momento, y solo en aquel, fui consciente de que no estaba solo.

Allí empezaba nuestro camino juntos. Ella y yo. Un todo. Un nada...


http://www.youtube.com/watch?v=ZSM3w1v-A_Y

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