lunes, 2 de noviembre de 2015

Las sombras de la pared

Me quedo mirando a la pared. Parece llena de sombras.
Aun es de día, pero nadie más en esta habitación lo sabe.
Me asomé a la ventana cuando no podía respirar, y la niebla lo cubría todo. Era como si el otro mundo nos estuviese tragando.
Sentí una ráfaga de aire helado que casi cortó mi cara. Me pregunté cómo serían las cosas si...
Pero supongo que no importa ya.
La decisión fue tomada mucho antes de que yo tuviese la oportunidad de decir una palabra al respecto.
Recuerdo cuando y donde ocurrio.
Estaba sentada, sin hacer nada. Solo mirando a esta pared, que entonces estaba bañada por la luz rosa que el mantuvo con los años, a pesar de que a nadie mas le gustaba.
Y entonces el se acerco, y dijo que se marchaba. Que el momento habia llegado, y que el tiempo que quedaba hasta finalizar el contrato habia dejado de tener sentido. Que ya no importaba perderlo todo antes de tiempo, y que no podia explicarlo.
Sus ojos, humedos, me decian que habia otra razon. Pero no podia decirmela.
En esta casa no eran las paredes las unicas que no hablaban, la comunicacion habia faltado por mucho tiempo.
Y yo, con esa mirada acuciante con la que siempre le miraba, con las ganas de saber, con la espectacion, seguia sin saber qué decir.
Supongo que hubiese dado igual: era demasiado tarde. La decision habia sido tomada sin mi, y ya era inminente; perderia mi todo.
A veces todavia me pregunto porque no salte de aquella ventana. Ponerle un fin a todo lo que para mi ya no era nada.

Creo que nunca tuve el valor de detenerle. Porque una parte muy infima y muy escondida de mi sabia que, de hacerlo, oiria lo que tanto miedo me daba, viniendo de sus labios, que era tarde.

Desde aquel instante, jamas he sido capaz de llegar a tiempo a ningun sitio.
Que es el tiempo, de hecho.
Para mi no es nada.
Para mi tan solo es cada dia que pasa desde que el se fue, como un preso cuenta los dias de su condena.

La ventana fue verjada tiempo despues, supongo que nunca confiaron en que dejaria de mirar con ojos golosos el suelo que se encontraba quince pisos mas abajo que nuestro atico...

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