sábado, 5 de diciembre de 2015

En llamas

Miro a la carretera ante mi, y veo un pequeño brillo, una señal. Un parpadeo y las llamas la devoran ferozmente.
Como hemos llegado hasta aqui?
Miro a mi alrededor. Quiza pueda encontrar una cabina, alguno de esos telefonos con SOS tatuado en un lateral. Pero mis intentos fallan tan pronto como me doy cuenta de que en todo este tiempo, en todo el camino, no he visto ni uno.
Parece mentira que quisiera seguir caminando sin la certeza de a donde iba, o sabiendo que no tenia respaldo.
Aunque, pensandolo, mas me parece que la unica razon por la que no me percate de que no habia cabinas es porque no las necesitaba.
Y quién las necesita cuando caminas buscando tu meta, o tu sueño, o caminas a donde te han llamado.

Pero ahora toca detenerse. Parece que no cuento con ayuda, en medio de esta tierra desértica no hay manera de encontrar agua y el fuego parece enfurecerse por minuto que pasa.

Viendo que no hay salida y dar la vuelta despues de todo el camino recorrido no es siquiera una opcion, caigo de rodillas y lloro.
"Se acabó" pienso "supongo que ella tenia razon y no tenia que ser"

A cada instante lloro mas y mas mientras recuerdo cuántos años he andado para llegar hasta aqui. Las penurias. El hambre, la sed, la soledad y la culpa.

Y hoy, viendo a lo lejos la nada más absoluta, tanto a mi espalda como ante mi, siento que he fracasado y que caminaba hacia molinos que jamas iba a encontrar.

Sigo llorando.
Que estupida he sido.

Pienso en saltar, pero las llamas son tan altas que acabaria hiriendome. Asi que me rindo a mis lagrimas y sigo llorando mientras, con mis manos, golpeo la carretera con todas mis fuerzas.

"Que sentido tiene que me hayais guiado hasta aqui si luego no puedo avanzar?"

Cubriendo mi sombra, un charco de lagrimas se va haciendo mas y mas grande.
Y entonces... entonces pienso que solo el agua puede con el fuego, y que la furia termina desvaneciendose para dar paso a la tristeza mas profunda que la dio lugar.

Ahora lo entiendo.

Desato la chaqueta de mi cintura y la empapo en el charco. Al lanzarla contra la llamarada, aunque tan solo cubre una avergonzada hoguerilla del feroz incendio, algo ocurre.

Poco a poco el fuego se va apagando, dando lugar a unas cenizas que bien parecen simple polvo del desierto. No me pararan.

Contemplando esta escena y volviendo a mi camino, me doy cuenta por fin de que muchas veces la intencion consigue mas que encontrar la solucion perfecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario